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El lobby de la carne vende propaganda disfrazada de ciencia

Los retrocesos en la política de la UE sobre la carne, y el congelamiento de iniciativas a favor de la alimentación basada en plantas, demuestran el poder de los grupos de presión de la industria.

Los retrocesos en la política de la UE sobre la carne, y el congelamiento de iniciativas a favor de la alimentación basada en plantas,  demuestran el poder de los grupos de presión de la industria.

The Guardian publica el 27 de octubre un extenso artículo relacionado con  la denominada Dublin Declaration of Scientists on the Societal Role of Livestock (Declaración de los científicos de Dublín sobre el papel social de la ganadería), denunciando los numerosos vínculos que sus autores tienen con la industria cárnica. Esta declaración, que apoya la producción y el consumo de carne, se ha utilizado para captar a altos funcionarios de la UE e influir en la política en contra de las recomendaciones medioambientales y de salud pública para reducir el consumo de carne. 

Según el reportaje investigativo de The Guardian, la declaración fue redactada principalmente por investigadores y organizaciones con vínculos financieros con los productores de carne. Uno de los autores calificó el veganismo de “trastorno alimentario” y ha dado charlas a un destacado grupo de negacionistas climáticos. La declaración se lanzó en una cumbre organizada y financiada por una agencia agrícola del gobierno irlandés conocida por trabajar en estrecha colaboración con la industria. 

The Guardian revela que la declaración comparte contenidos con un documento de posición preparado para la ONU por grupos de marketing cárnico. La declaración menciona artículos científicos cuestionables publicados en una revista entre cuyos patrocinadores se encuentran asociaciones de la industria cárnica. Las “pruebas” citadas  en el documento son criticadas por expertos independientes por ser selectivas, de mala calidad y por no reconocer los daños bien establecidos de los sistemas ganaderos actuales.

La declaración se asemeja a los conocidos manuales de propaganda de la industria bajo el disfraz de ciencia. Busca restar importancia al papel de la ganadería en el cambio climático, a la vez que propone resistirse a las iniciativas de salud pública y sostenibilidad orientadas a frenar el consumo y la producción de carne. Todo ello a pesar de las abrumadoras pruebas de que reducir el consumo de carne es esencial para alcanzar los objetivos climáticos y de sostenibilidad.

Según The Guardian, el lobby de la carne ya ha utilizado la declaración para influir en altos funcionarios de la UE, como el comisario de Agricultura, el polaco Janusz Wojciechowski. Se la presentaron directamente a él y a su equipo, quienes la calificaron como “la primera ciencia práctica que han visto”. Desde entonces, los reglamentos proyectados por la UE para promover las dietas basadas en plantas y poner fin a los fondos para la comercialización de la carne se han enfrentado a retrasos indefinidos o se han abandonado por completo. 

En opinión de The Guardian, esto pone al descubierto el amplio poder de presión de la industria cárnica, que utiliza la ciencia poco fiable para sofocar el progreso en cuestiones medioambientales acuciantes. Destaca la necesidad de transparencia sobre cómo grupos como éste difunden información errónea para proteger sus intereses en contra del bien público. 

The Guardian destaca que los expertos coinciden casi unánimemente en que los niveles actuales de consumo de carne son insostenibles. La continua oposición a reducir la ganadería daña la biodiversidad, impulsa la deforestación y hace casi imposible la estabilización del clima. También fomenta el consumo excesivo de productos relacionados con las enfermedades cardiacas, el cáncer y la resistencia a los antibióticos.  

La declaración busca defender el mito de que un alto consumo de carne es necesario o incluso saludable, en contra de toda evidencia. Confunde intencionadamente la ciencia para proteger beneficios comerciales por encima de los límites de sostenibilidad planetaria. 

Los expertos consultados por The Guardian sostienen que la política pública debe basarse en investigaciones independientes y revisadas por expertos, no en afirmaciones sesgadas de entidades con claros conflictos de intereses. La reducción de la carne beneficiará a la salud pública y a la sostenibilidad ecológica. Los científicos y los funcionarios públicos tienen la obligación de defender honestamente estos intereses, no de obstruir el progreso para apaciguar a las ricas corporaciones y sus grupos de presión.

Qué pensamos en Sociedad Vegana

El abrumador consenso de la ciencia rigurosa y basada en datos contradice directamente las afirmaciones de la declaración de Dublín. Numerosos estudios de alta calidad y rigor científico han demostrado de forma concluyente la masiva contribución de la ganadería al cambio climático, el deterioro del medio ambiente y los riesgos para la salud pública. Este cúmulo de investigaciones revisadas y validadas por expertos se contrapone frontalmente a los documentos selectivos y vinculados a la industria que se utilizan para reforzar las conclusiones sesgadas de la declaración. Cuando la ciencia realizada de forma independiente no se ajusta a sus intereses, la industria cárnica y los investigadores aliados recurren a propagar información errónea bajo la apariencia de autoridad académica. En realidad, la ciencia rigurosa no deja lugar a dudas de que los sistemas ganaderos actuales son insostenibles y que es imperativo reducir el consumo de carne.

Asimismo, el inmenso sufrimiento animal que provoca la ganadería industrial ofrece una razón adicional para poner freno a estas prácticas insostenibles. Los animales confinados de forma intensiva soportan unas condiciones de incomodidad y angustia extremas, todo ello para maximizar la eficiencia de la producción y el lucro. La declaración de Dublín ignora por completo esta dimensión ética, al referirse a los animales como simples productos. Cuando la verdadera ciencia no se alinea con sus intereses, la industria cárnica recurre a distorsionar los datos o a pagar a científicos para que oculten las verdades inconvenientes. La declaración parece ser sólo el último ejemplo de priorizar el crecimiento de la industria sobre el bienestar animal, la salud humana y el medio ambiente. 

Según el reportaje de The Guardian, Ana Granados Chapatte, de Animal Task Force, declaró que involucrar a su organización en la declaración de Dublín contribuiría a que ésta “siguiera siendo una iniciativa científica…  aunque Animal Task Force sea del sector privado”. Terminó esta afirmación añadiendo un emoji de una cara guiñando un ojo. El emoji da a entender que Granados no estaba siendo del todo franca y que admitía, en privado, los vínculos de su organización con la industria a pesar de restarles importancia públicamente. Sus palabras  y el guiño dejan en evidencia que el interés real de Granados es servir al sector ganadero dándole un barniz de legitimidad académica. 

Asimismo, The Guardian cita una entrada del blog de la Alianza Mundial de la Carne (GMA) donde su autor, quien no se identifica con su nombre, dice haber asistido a una reunión vía Zoom en la que se promocionaba la declaración de Dublín mientras consumía “un filete bastante grande”. Este alarde ante la cámara, y su posterior mención en el blog, no es solo un acto infantil, sino busca dejar en claro la actitud de GMA ante la crisis climática y el papel que el consumo de carne tiene en ella. Las maniobras de Ana Granados Chapatte y del bloguero anónimo de GMA dejan en evidencia que los verdaderos motivos de la declaración son el interés propio de la industria, y no la ciencia, la sostenibilidad del planeta o la salud humana.

Por Héctor Pizarro, hector@sociedadvegana.com