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Critican la hoja de ruta climática de la ONU por ignorar la reducción del consumo de carne

Expertos académicos califican de “desconcertante” la ausencia de la reducción del consumo de carne en el plan climático de la ONU, lo que pone de relieve un vacío crítico a la hora de abordar el cambio climático.

La reciente publicación de una hoja de ruta de las Naciones Unidas para hacer frente a la crisis climática y combatir el hambre ha suscitado un intenso debate en círculos académicos. La polémica se debe sobre todo a la flagrante ausencia de mención alguna a la reducción del consumo de carne como medida estratégica, algo que los académicos califican de “desconcertante”. Este sentimiento se ve agravado por el aparente desprecio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por el potencial de las proteínas alternativas, como las derivadas de fuentes vegetales, para mitigar el impacto ambiental tradicionalmente asociado a la ganadería.

Un grupo de expertos, expresando su preocupación en un comentario para la revista Nature Food, puso de relieve sus recelos ante el descuido de la FAO. Señalaron que la hoja de ruta, a pesar de su exhaustivo esbozo de 120 acciones para hacer frente al doble desafío del cambio climático y el hambre, no incorpora una metodología clara para la selección de estas acciones ni proporciona una lista definitiva de contribuyentes. Esta falta de transparencia y claridad metodológica plantea interrogantes sobre la base en la que estas acciones se consideraron preferibles a otras, en particular la reducción del consumo de carne en las naciones ricas, una estrategia respaldada por multitud de estudios científicos por su doble beneficio para el clima y la salud humana.

La respuesta de la FAO a estas críticas fue subrayar que la crítica de los expertos no abordaba plenamente la profundidad y amplitud de las recomendaciones del informe. Sin embargo, las revelaciones de antiguos funcionarios de la FAO, recogidas por el periódico británico The Guardian, sugieren un patrón de resistencia dentro de la organización a reconocer plenamente el papel de las emisiones de metano procedentes de la ganadería como un factor significativo en el calentamiento global. Esta reticencia parece contradecir el consenso científico de que alcanzar el objetivo climático internacional -limitar el calentamiento global a 1,5C por encima de los niveles preindustriales- requiere alteraciones sustanciales en nuestros sistemas de producción de alimentos. En concreto, la ganadería es responsable del 12%-20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, al tiempo que utiliza el 83% de las tierras agrícolas para producir sólo el 18% de las calorías del mundo.

La hoja de ruta de la FAO, presentada en la Cumbre del Clima de Cop28, plantea que los cambios en la dieta son indispensables para la salud humana y planetaria. Sin embargo, las medidas que propone eluden la cuestión de reducir el consumo de carne y productos lácteos, especialmente en los países en los que prevalece el consumo excesivo. En su lugar, la FAO aboga por mejorar la eficacia de las técnicas de cría de animales.

Los expertos, entre ellos Cleo Verkuijl, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (EE.UU.), han expresado su asombro por el olvido en la hoja de ruta de una de las medidas más evidentes para alcanzar los objetivos medioambientales y sanitarios. La infravaloración de las proteínas alternativas resulta especialmente desconcertante para estos expertos, dadas las pruebas cada vez más concluyentes de su menor huella medioambiental en comparación con la carne tradicional. La postura de la FAO, que considera escépticamente que las carnes de origen vegetal son deficientes desde el punto de vista nutricional sin aportar pruebas sustanciales, ha sido recibida con críticas.

Reforzando esta perspectiva, un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) destacaba los sustanciales beneficios medioambientales que podrían obtenerse si se opta por alternativas a la carne y los lácteos. Matthew Hayek, profesor de la Universidad de Nueva York, lamentó la falta de transparencia metodológica y de datos concretos de la FAO para respaldar su afirmación de que unos pequeños ajustes en la gestión ganadera podrían bastar para alcanzar los objetivos climáticos. Argumentó que reducir el consumo de productos animales podría aliviar de forma significativa los desafíos a los que se enfrentan nuestros sistemas alimentarios, incluyendo la necesidad de aumentar la provisión de alimentos al tiempo que se minimizan las emisiones de gases de efecto invernadero y se mejoran los resultados en materia de salud y nutrición.

Además, los expertos criticaron el informe de la FAO por omitir cualquier referencia al enfoque “Una sola salud”, que busca integrar la salud humana, animal y medioambiental. Advirtieron que algunas de las intervenciones sugeridas por la FAO, como cambiar la carne de vacuno por la de pollo e intensificar la ganadería, podrían exacerbar los riesgos asociados a la resistencia a los antimicrobianos y las enfermedades zoonóticas.

Ilustración: Sociedad Vegana vía Midjourney

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La industria cárnica planea maquillarse de verde en la Cop28

The Guardian ha informado sobre los planes de la industria de la carne para presentar una narrativa pro-cárnica en la próxima conferencia climática COP28. Enfrentada a las críticas por sus importantes emisiones de gases de efecto invernadero, la industria pretende presentar la carne como un “alimento sostenible”. Esta iniciativa está siendo liderada por grandes empresas como JBS y grupos influyentes como la Global Dairy Platform y el North American Meat Institute.

Los documentos de la Alianza Mundial de la Carne (GMA), filtrados a The Guardian, revelan un esfuerzo concertado para promover la perspectiva de la industria respecto al impacto medioambiental. Estos documentos sugieren que la industria está tratando de desafiar las opiniones predominantes sobre el daño medioambiental causado por la producción de carne y lácteos, en particular haciendo hincapié en lo que denomina “el papel de la carne en el mantenimiento de suelos sanos a través de la agricultura regenerativa”, a pesar del escepticismo científico sobre su eficacia a largo plazo en el almacenamiento de carbono.

Esto significa que la industria cárnica se está preparando estratégicamente para contrarrestar la narrativa de que reducir el consumo de carne es esencial para los objetivos del cambio climático. Planean utilizar su presencia en la COP28 para influir en los debates y en los responsables políticos, aprovechando las oportunidades de patrocinio que ofrece la conferencia y desplegando mensajes clave. Este enfoque incluye presentar las dietas basadas en plantas como extremas y presionar para que se incluya la carne en los debates sobre seguridad alimentaria y nutrición.

Existe una discrepancia significativa entre los niveles de consumo de carne en las distintas regiones, con los europeos y los norteamericanos consumiendo mucho más que la media mundial. La argumentación de la industria también pasa por alto el hecho de que las cuestiones relacionadas con el hambre y la malnutrición suelen estar motivadas por problemas de acceso a los alimentos y de distribución, más que de producción.

Además, la influencia de la industria se extiende a la política gubernamental, con grandes cantidades de dinero público que apoyan a los ganaderos de carne y productos lácteos frente a las fuentes alternativas de proteínas. Esta cómoda relación entre los gobiernos y la industria suscita dudas sobre la eficacia de las intervenciones del lado de la demanda para reducir el consumo de carne.

Los esfuerzos de la GMA forman parte de una tendencia más amplia en la que las grandes partes interesadas a menudo eclipsan las voces de los pequeños agricultores y ganaderos en los debates sobre el clima. A pesar de realizar una importante contribución a la producción mundial de alimentos, estos grupos reciben una mínima parte de la financiación climática y de la representación en los foros mundiales.

Ilustración: Sociedad Vegana vía Midjourney

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El lobby de la carne vende propaganda disfrazada de ciencia

Los retrocesos en la política de la UE sobre la carne, y el congelamiento de iniciativas a favor de la alimentación basada en plantas,  demuestran el poder de los grupos de presión de la industria.

The Guardian publica el 27 de octubre un extenso artículo relacionado con  la denominada Dublin Declaration of Scientists on the Societal Role of Livestock (Declaración de los científicos de Dublín sobre el papel social de la ganadería), denunciando los numerosos vínculos que sus autores tienen con la industria cárnica. Esta declaración, que apoya la producción y el consumo de carne, se ha utilizado para captar a altos funcionarios de la UE e influir en la política en contra de las recomendaciones medioambientales y de salud pública para reducir el consumo de carne. 

Según el reportaje investigativo de The Guardian, la declaración fue redactada principalmente por investigadores y organizaciones con vínculos financieros con los productores de carne. Uno de los autores calificó el veganismo de “trastorno alimentario” y ha dado charlas a un destacado grupo de negacionistas climáticos. La declaración se lanzó en una cumbre organizada y financiada por una agencia agrícola del gobierno irlandés conocida por trabajar en estrecha colaboración con la industria. 

The Guardian revela que la declaración comparte contenidos con un documento de posición preparado para la ONU por grupos de marketing cárnico. La declaración menciona artículos científicos cuestionables publicados en una revista entre cuyos patrocinadores se encuentran asociaciones de la industria cárnica. Las “pruebas” citadas  en el documento son criticadas por expertos independientes por ser selectivas, de mala calidad y por no reconocer los daños bien establecidos de los sistemas ganaderos actuales.

La declaración se asemeja a los conocidos manuales de propaganda de la industria bajo el disfraz de ciencia. Busca restar importancia al papel de la ganadería en el cambio climático, a la vez que propone resistirse a las iniciativas de salud pública y sostenibilidad orientadas a frenar el consumo y la producción de carne. Todo ello a pesar de las abrumadoras pruebas de que reducir el consumo de carne es esencial para alcanzar los objetivos climáticos y de sostenibilidad.

Según The Guardian, el lobby de la carne ya ha utilizado la declaración para influir en altos funcionarios de la UE, como el comisario de Agricultura, el polaco Janusz Wojciechowski. Se la presentaron directamente a él y a su equipo, quienes la calificaron como “la primera ciencia práctica que han visto”. Desde entonces, los reglamentos proyectados por la UE para promover las dietas basadas en plantas y poner fin a los fondos para la comercialización de la carne se han enfrentado a retrasos indefinidos o se han abandonado por completo. 

En opinión de The Guardian, esto pone al descubierto el amplio poder de presión de la industria cárnica, que utiliza la ciencia poco fiable para sofocar el progreso en cuestiones medioambientales acuciantes. Destaca la necesidad de transparencia sobre cómo grupos como éste difunden información errónea para proteger sus intereses en contra del bien público. 

The Guardian destaca que los expertos coinciden casi unánimemente en que los niveles actuales de consumo de carne son insostenibles. La continua oposición a reducir la ganadería daña la biodiversidad, impulsa la deforestación y hace casi imposible la estabilización del clima. También fomenta el consumo excesivo de productos relacionados con las enfermedades cardiacas, el cáncer y la resistencia a los antibióticos.  

La declaración busca defender el mito de que un alto consumo de carne es necesario o incluso saludable, en contra de toda evidencia. Confunde intencionadamente la ciencia para proteger beneficios comerciales por encima de los límites de sostenibilidad planetaria. 

Los expertos consultados por The Guardian sostienen que la política pública debe basarse en investigaciones independientes y revisadas por expertos, no en afirmaciones sesgadas de entidades con claros conflictos de intereses. La reducción de la carne beneficiará a la salud pública y a la sostenibilidad ecológica. Los científicos y los funcionarios públicos tienen la obligación de defender honestamente estos intereses, no de obstruir el progreso para apaciguar a las ricas corporaciones y sus grupos de presión.

Qué pensamos en Sociedad Vegana

El abrumador consenso de la ciencia rigurosa y basada en datos contradice directamente las afirmaciones de la declaración de Dublín. Numerosos estudios de alta calidad y rigor científico han demostrado de forma concluyente la masiva contribución de la ganadería al cambio climático, el deterioro del medio ambiente y los riesgos para la salud pública. Este cúmulo de investigaciones revisadas y validadas por expertos se contrapone frontalmente a los documentos selectivos y vinculados a la industria que se utilizan para reforzar las conclusiones sesgadas de la declaración. Cuando la ciencia realizada de forma independiente no se ajusta a sus intereses, la industria cárnica y los investigadores aliados recurren a propagar información errónea bajo la apariencia de autoridad académica. En realidad, la ciencia rigurosa no deja lugar a dudas de que los sistemas ganaderos actuales son insostenibles y que es imperativo reducir el consumo de carne.

Asimismo, el inmenso sufrimiento animal que provoca la ganadería industrial ofrece una razón adicional para poner freno a estas prácticas insostenibles. Los animales confinados de forma intensiva soportan unas condiciones de incomodidad y angustia extremas, todo ello para maximizar la eficiencia de la producción y el lucro. La declaración de Dublín ignora por completo esta dimensión ética, al referirse a los animales como simples productos. Cuando la verdadera ciencia no se alinea con sus intereses, la industria cárnica recurre a distorsionar los datos o a pagar a científicos para que oculten las verdades inconvenientes. La declaración parece ser sólo el último ejemplo de priorizar el crecimiento de la industria sobre el bienestar animal, la salud humana y el medio ambiente. 

Según el reportaje de The Guardian, Ana Granados Chapatte, de Animal Task Force, declaró que involucrar a su organización en la declaración de Dublín contribuiría a que ésta “siguiera siendo una iniciativa científica…  aunque Animal Task Force sea del sector privado”. Terminó esta afirmación añadiendo un emoji de una cara guiñando un ojo. El emoji da a entender que Granados no estaba siendo del todo franca y que admitía, en privado, los vínculos de su organización con la industria a pesar de restarles importancia públicamente. Sus palabras  y el guiño dejan en evidencia que el interés real de Granados es servir al sector ganadero dándole un barniz de legitimidad académica. 

Asimismo, The Guardian cita una entrada del blog de la Alianza Mundial de la Carne (GMA) donde su autor, quien no se identifica con su nombre, dice haber asistido a una reunión vía Zoom en la que se promocionaba la declaración de Dublín mientras consumía “un filete bastante grande”. Este alarde ante la cámara, y su posterior mención en el blog, no es solo un acto infantil, sino busca dejar en claro la actitud de GMA ante la crisis climática y el papel que el consumo de carne tiene en ella. Las maniobras de Ana Granados Chapatte y del bloguero anónimo de GMA dejan en evidencia que los verdaderos motivos de la declaración son el interés propio de la industria, y no la ciencia, la sostenibilidad del planeta o la salud humana.

Por Héctor Pizarro, hector@sociedadvegana.com 

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Derechos animales Nuestro planeta Nutrición Veganismo

Por qué apoyamos el Plant Based Treaty: Un compromiso con el bienestar animal y la salud planetaria

Estamos comprometidos con un futuro mejor para los animales y las personas apoyando el Plant Based Treaty. Descubra cómo esta iniciativa internacional se alinea con nuestros pilares de bienestar animal, salud humana y sostenibilidad.

En Sociedad Vegana apoyamos incondicionalmente la misión y los objetivos del Plant Based Treaty (Tratado Basado en Plantas). Como plataforma dedicada a la promoción del veganismo y el trato ético de los animales, nuestro trabajo coincide plenamente con los objetivos de esta importante iniciativa. Al dar nuestro apoyo, pretendemos amplificar la llamada a la acción del Tratado dentro de las comunidades hispanohablantes de todo el mundo, abogando por la transformación radical e imperativa de los sistemas alimentarios.

En un mundo que se enfrenta a un cambio climático sin precedentes, nos corresponde replantearnos nuestras prácticas habituales. La agricultura animal, una de las principales responsables de la degradación medioambiental, necesita atención urgente. El Plant Based Treaty no sólo reconoce este problema acuciante, sino que establece un marco de acción claro basado en tres principios clave: Abandonar, Redirigir y Restaurar.

Abandonar: Respaldamos el llamamiento del Tratado para detener el cambio en el uso de la tierra, la degradación de los ecosistemas y la deforestación para la producción ganadera. Conservar los recursos vitales de la tierra y los hábitats naturales es un requisito previo para un futuro sostenible.

Redirigir: Sociedad Vegana apoya una transición activa de los sistemas alimentarios basados en animales a sistemas basados en plantas. Nos comprometemos a seguir utilizando nuestra plataforma para educar y animar a las comunidades de habla hispana a adoptar una dieta basada en plantas, contribuyendo así a los esfuerzos globales por un planeta más sano y sostenible.

Restaurar: Apoyamos que el Tratado se centre en la restauración activa de los ecosistemas clave, en particular la repoblación de los entornos naturales y la restauración de los bosques. Como parte de nuestra labor de sensibilización, seguiremos destacando la interconexión entre el veganismo y la restauración medioambiental.

Creemos que el Plant Based Treaty proporciona una hoja de ruta factible que complementa el Acuerdo de París de la CMNUCC al situar los sistemas alimentarios en el centro de los planes de acción climática. Al respaldar este Tratado, Sociedad Vegana pretende servir de conducto para la difusión de sus principios, promoviendo un estilo de vida basado en plantas como una opción viable, ética y saludable.

Esperamos contribuir al éxito del Plant Based Treaty e instamos a los gobiernos nacionales y a otras organizaciones a que le presten la atención y el compromiso que merece.

Apoye hoy el Plant Based Treaty: Defienda un futuro sostenible

Únase a nosotros en esta jornada transformadora hacia un mundo más sostenible y compasivo. Su voz importa y juntos podemos lograr un impacto indeleble. Si le motiva nuestro compromiso de crear un futuro mejor a través de una vida basada en plantas, le invitamos a respaldar oficialmente el Plant Based Treaty. Sólo le llevará un momento sumar su voz a esta importante iniciativa internacional. Apoye el Tratado aquí.

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Elefantes, nutrias y ballenas: Los campeones naturales del almacenamiento de carbono

Los elefantes, las nutrias y las ballenas potencian la capacidad de almacenamiento de carbono de los ecosistemas, ofreciendo soluciones climáticas vitales procedentes de la naturaleza.

En un reciente artículo publicado en The Guardian, Matthew Gould, CEO de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), destaca una nueva investigación que revela la importancia de los elefantes, las nutrias y las ballenas para aumentar la capacidad de almacenamiento de carbono de sus ecosistemas. Según Gould, estos animales dispersan semillas, controlan poblaciones de otras especies y liberan nutrientes, todo lo cual contribuye al almacenamiento de carbono en sus entornos.

Gould subraya que comprender el papel que desempeñan los animales en la captura de carbono tiene profundas implicaciones para los esfuerzos de conservación. El estudio publicado en Nature sugiere que, aunque los animales salvajes sólo representan el 0,3% de la biomasa mundial, pueden provocar una diferencia de entre el 15% y el 250% en el almacenamiento de carbono dentro de un ecosistema.

Las soluciones basadas en la naturaleza son esenciales para hacer frente a la degradación climática. Gould nos insta a no pasar por alto los complejos mecanismos que la naturaleza ha desarrollado para la captura de carbono, y a centrarnos tanto en las plantas como en los animales en los esfuerzos de conservación. Por ejemplo, los grandes animales pueden ayudar a mantener el almacenamiento de carbono del permafrost ártico compactando la nieve y manteniendo el suelo congelado.

La conservación funciona, según Gould, y las poblaciones animales pueden recuperarse rápidamente cuando se les brinda la oportunidad. Entre los proyectos de conservación que han tenido éxito se encuentran el regreso de los milanos reales en Inglaterra y la recuperación de los tigres en Nepal y la India. Gould, hace hincapié en la necesidad de un nuevo modelo de conservación, centrado en la coexistencia entre la vida salvaje y las personas.

En conclusión, Gould sostiene que nuestro futuro está entrelazado con el bienestar de los animales salvajes y que, si queremos salvarnos, debemos mejorar en su protección.

Las investigaciones destacadas por Matthew Gould subrayan la importancia de la biodiversidad para mitigar el cambio climático. Al reconocer la interconexión de los ecosistemas, podemos apreciar mejor el papel que desempeñan las distintas especies en el mantenimiento del delicado equilibrio que favorece la captación de carbono. Esta comprensión refuerza la necesidad de enfoques holísticos para la conservación, que den prioridad a la preservación de ecosistemas enteros, en lugar de centrarse únicamente en especies individuales.

Por otra parte, es esencial integrar los conocimientos y la experiencia de las comunidades locales en los esfuerzos de conservación, ya que a menudo poseen una visión única de los ecosistemas que habitan. Las estrategias de colaboración que tienden puentes entre la investigación científica y los conocimientos tradicionales pueden conducir a soluciones más eficaces y sostenibles tanto para las personas como para la vida silvestre.

Asimismo, los entornos urbanos no deben pasarse por alto en los esfuerzos de conservación. Los espacios verdes y la fauna urbana también pueden contribuir a la captura de carbono y ofrecer otros valiosos servicios ecosistémicos, como la reducción del efecto isla de calor urbano y la mejora de la calidad del aire. Al incorporar soluciones basadas en la naturaleza a la planificación urbana, podemos crear ciudades más resistentes y sostenibles que beneficien tanto a las personas como a la fauna.

Por último, es crucial aumentar la concienciación pública sobre la conexión entre la biodiversidad y la mitigación del cambio climático. Las campañas educativas pueden ayudar a la gente a comprender la importancia de conservar los ecosistemas naturales y las especies que los habitan. Fomentando el sentido de la responsabilidad y el aprecio por el mundo natural, podemos inspirar la acción colectiva y el apoyo a las iniciativas de conservación en todo el mundo.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana (hector@sociedadvegana.com)